miércoles, 3 de junio de 2009

Praxedes Mateo Sagasta


Político liberal español (Torrecilla de Cameros, Rioja, 1825 - Madrid, 1903). Era ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, y profesor de su escuela en Madrid. Militó desde joven en el Partido Progresista, con el que participó en la Revolución de 1854. Por entonces instaló en Zamora su principal «feudo» político, al ser nombrado presidente de la junta revolucionaria de aquella ciudad; luego la representó como diputado en las Cortes desde 1854. Tras la breve experiencia de poder progresista del bienio 1854-56, volvió a la oposición como diputado y periodista de La Iberia; y en 1863 accedió a la dirección de este diario madrileño, que desde entonces se consideraría portavoz de las posturas políticas de Sagasta.
Ante la marginación de los progresistas del gobierno por parte de Isabel II, Sagasta promovió la estrategia del retraimiento (negativa a participar en las elecciones) y la preparación de una revolución para acceder al poder. Participó en dos intentonas fracasadas en 1866 (la de Prim y la del Cuartel de San Gil) y en la que finalmente tuvo éxito y destronó a la reina en 1868.
Se transformó entonces de agitador en estadista, pues durante el Sexenio Revolucionario (1868-74) fue ministro de Gobernación (1868-70, 1871 y 1874) y de Estado (1870 y 1874) y presidió tres veces el gobierno (1870-71, 1871-72 y 1874). Fue uno de los grandes defensores del modelo de Monarquía democrática que se plasmó en la Constitución de 1869.
Encabezó una de las dos ramas en las que se escindió el Partido Progresista, quedando al frente de los constitucionales, mientras Ruiz Zorilla dirigía a los radicales. Fue el último jefe de gobierno del Sexenio, desalojado del poder por el pronunciamiento de Martínez Campos que restauró a los Borbones en la persona de Alfonso XII (1874).
Al constituir el régimen de monarquía doctrinaria que se plasmó en la Constitución de 1876, Cánovas del Castillo vio en Sagasta la figura más adecuada para conseguir la unidad de las dispersas fuerzas liberales y turnarse con él en el poder. Ciertamente, en 1875 Sagasta admitió -aunque de mala gana- la restauración de la dinastía histórica; aunque siguió defendiendo hasta 1877 la vuelta a la Constitución del 69.

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